Distinguir el bien del mal es fundamental para vivir en sociedad. El sentido moral es el conjunto de valores que rigen el comportamiento.
Mediante ellos, las personas deciden qué está bien y qué está mal. Pero
para el recién nacido, nada es bueno o malo desde un punto de vista
moral. Algunos expertos en psicología infantil consideran que el bebé
nace sin ningún tipo de sentido moral. Es el caso del psiquiatra y padre
del psicoanálisis Sigmund Freud, del psicólogo evolutivo Jean Piaget o
del psicólogo estadounidense Lawrence Kohlberg.
Para el recién nacido, según estos autores, nada es bueno o malo desde
un punto de vista moral. El proceso de socialización permite que los
niños interioricen las normas sociales que ayudan a distinguir el bien
del mal. A pesar de las diferencias que tienen sus respectivas teorías,
todos coinciden en señalar que la moral se desarrolla en cada persona a
medida que pasa por una serie de fases, que son las mismas para todos
los seres humanos y que se dan en el mismo orden.
Osito bueno u osito malo
Sin embargo, estas opiniones no son las únicas e, incluso, hay ideas
contrarias. Según las conclusiones de una investigación dirigida por
Paul Bloom, de la Universidad de Yale (EE.UU.), los bebés nacen con un
código ético embrionario. El trabajo se llevó a cabo en el Infant
Cognition Center, donde se estudia el desarrollo psicológico de los
niños. Allí se realizaron varios experimentos en los que, según
concluyen los autores, los niños de seis meses elaboraron juicios
morales. En el primero de ellos, los bebés contemplaban cómo una bola
roja intentaba subir una montaña mientras era ayudada por un triángulo
amarillo. En otras ocasiones, un cuadrado azul impedía que la bola roja
subiera y ésta se veía obligada a descender. La mayoría de los bebés
(80%) eligieron el triángulo amarillo como su personaje preferido. De
este modo, aseguran los investigadores, habían elegido al personaje que
se había comportado bien.En la infancia y en la adolescencia se aprenden e interiorizan normas y
valores que jugarán un importante papel en la identidad y la
personalidad
En el siguiente experimento, los bebés observaban dos escenas. En una de
ellas, un perro intentaba abrir una caja y un osito -ambos de peluche-
le ayudaba. En otra escena, el osito se sentaba encima de la caja para
que el perro no pudiera abrirla. Por último, en el tercero de los
experimentos, un gato jugaba a la pelota con dos conejos. Cuando la
pelota se le escapaba, uno de los dos conejos se la traía enseguida,
mientras que el otro intentaba quedársela. La mayoría de los bebés
escogieron como personaje preferido al peluche que ayudaba, es decir,
que había obrado bien.
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