La identificación como hombre o como
mujer tiene un
aspecto dinámico (gender roles) que nos lleva a
comportarnos como nosotros creemos que debe comportarse un hombre
o una mujer en las múltiples situaciones que se nos
presentan en la vida. Ahora bien, esta caracterización de
la conducta humana
está condicionada por diversos factores que nos han
llevado a la incógnita de la verdadera raíz de esta
identificación y que se tratará de desarrollar a lo
largo de este trabajo siendo
el aspecto biológico y el cultural los mayores
condicionantes de la determinación de los roles
sexuales.
Como dicen Money y Ehrhardt, "el dimorfismo de
respuestas en base a la forma de los genitales externos es uno de
los aspectos más universales de interacción social y humana". Es por esto
mismo que, investigando en el campo de la identidad de
género
y especulando su origen, se ha llegado a la conclusión de
que existe una diferenciación de carácter importante en cuanto a la
caracterización hombre/mujer. Esta conclusión es
primordial ya que antes de abordar el tema de la
determinación de roles es necesario establecer el
complemento de la mujer y el
varón.
Donde juegan masculinidad y feminidad surge la
fecundidad, no sólo en el aspecto biológico,
también en el cultural, en el artístico, en el
político y en el social. Lo masculino y lo femenino se
potencian uno al otro y posibilitan la fecundad en todos los
ámbitos. Eso es complementariedad. Durante siglos, se ha
considerado que el varón era superior a la mujer;
ésta no parecía tener valor por
sí misma, era el complemento del varón y su
única misión era
servirle. Otras veces se ha considerado al varón y a la
mujer como dos mitades de la humanidad. En este sentido se hizo
como una distribución de virtudes y cualidades. Se
ha hablado de virtudes femeninas y masculinas y de roles
sociales: los trabajos desarrollados por las mujeres eran
considerados como subalternos y de simple apoyatura a los
masculinos. Y durante siglos se ha repartido el mundo pensando
que la esfera privada pertenecía a las mujeres y la
pública a los varones. Esos modelos de
complementariedad están hoy superados, pues todas las
razones pseudocientíficas en las que se apoyaban
están hoy desmentidas por las evidencias de
la ciencia.
Sin embargo, teniendo cada persona, sea
varón o mujer, capacidad para ejercitar todas su virtudes,
éstas cristalizan igualmente de un modo distinto en el
varón y en la mujer. Esta importancia de los roles
sexuales queda patente en la importancia que ellos tienen tanto
para la propia personalidad
del individuo como
para las relaciones grupales y sociales del mismo. Es decir, que
existe una influencia muy importante para la vida personal de un
individuo y sus consecuentes actos; ¿a qué se debe
esta caracterización? ¿qué es lo que nos
hace diferentes los unos de los otros?
Se han desarrollado teorías
concernientes al proceso de
adquisición del rol sexual. Estas diferentes
interpretaciones del proceso por el cual los niños y
las niñas van organizando su desarrollo
psíquico de acuerdo con las características
masculinas y femeninas que se presuponen específicas de
cada sexo, difieren
entre sí en la consideración de cuáles son
las causas determinantes de tal diferenciación. El enfoque
biologicista tiene a subrayar los posibles efectos de la estructura
anatómica y fisiológica, biológicamente
determinada, en la aparición y desarrollo de diferencias
en la conducto humana. La teoría
psicoanalítica enfatiza la importancia que ejerce en el
niño la identificación con la figura paternal del
mismo sexo. La teoría del aprendizaje
social destaca el papel que la observación y el moldeamiento
desempeñan en la adquisición de conductas adecuadas
para cada sexo. A su vez, la teoría cognitiva insiste en
los caminos a través de los cuales los niños se
socializan, tras haber quedado firmemente categorizados como
varón o hembra.
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